Hoy no quiero ser médico

 

Se olvidó de tragar; le pusieron  el puré en la boca y se le fué por las comisuras, lento, pegajoso. Hace unos días se olvidó de tragar y anoche la trajeron a urgencias. Hace ya meses, quizás años, se olvidó de andar, de hablar, olvidó como cuidarse, como lavarse los dientes o peinarse, olvidó a su familia, primero a sus hijos después a sus padres, olvidó pensar, olvidó aguantarse antes de ir al baño, olvidó cómo vestirse y los nombres de las cosas, de su gente y después el suyo, olvidó reírse de alegría y llorar de pena, olvidó cómo enfadarse, olvidó soñar o desesperarse, olvidó quién era. Esta noche solo queda su cuerpo y ahora se olvidó de tragar, su final está cerca.

Está ahí tumbada en la camilla, encogida, con un pañal, la mirada perdida, el pelo revuelto y de repente sus ojos ganan luz solo por un segundo y se fijan en la cara de su hijo. Estira los brazos, sonriendo y atrae la cara de su hijo hacia la suya. Acerca sus labios a la mejilla de aquel que fue su niño y le besa, un beso torcido, casi una mueca. Se olvidó de tragar pero por un instante recordó como besar.

Perdió otra vez la mirada, se metió en su mundo sin pasado, sin futuro, sin presente. A su hijo le rodaron las lágrimas por las mejillas, yo tragué saliva varias veces.

Salgo de la guardia con ella en la retina; consciente de haber sido testigo de una despedida. Triste, cansada  pero sobre todo impotente. Maldito, maldito, maldito Alzheimer

20 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Laura dice:

    Mónica, no has dejado sin palabras. Qué perfectamente descrito. Yo vivo ese dolor como médico a veces y como nieta siempre, y no lo sabría expresar mejor. Maldito mil veces!

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    1. Cuanto lo siento…
      Es una enfermedad terrible
      Un abrazo y mucho ánimo

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  2. mediblogdefamilia dice:

    Un día, sin esperarlo,
    se le olvida dónde está.
    “Estaría despistado.
    ¡Papá, qué mayor estás!”.
    Pero al cabo de ese año
    se te hace habitual…

    “Que yo no he desayunado”
    -y se acaba de apurar
    ese fiel descafeinado
    que siempre suele tomar-.

    “Oiga, chica, ¿dónde estamos?”
    -te entran ganas de llorar,
    es muy duro asimilarlo-
    “¿No me conoces, Papá?”

    Se queda mirando al frente,
    con ese ceño arrugado
    en dirección a la tele
    aunque ves que se ha apagado.

    Sus pasos se vuelven torpes,
    te necesita a su lado
    cual si fueras sus bastones
    en los que él se va apoyando.

    Sus ojos pierden la vida,
    su mirada se ha apagado,
    unos ojos que no miran,
    que no brillan como antaño.

    Un día, sin que lo esperes,
    cuando tú estás a su lado,
    te nombra con gesto alegre
    pero se esfuma en un rato.

    Pronto ya solo se mueve
    desde el sillón a la cama,
    su cuerpo se vuelve inerte
    y a ti se te muere el alma.

    Y el día que el cuerpo muere,
    junto a todos, en su casa,
    en su cama, con sus muebles…
    te das cuenta que su alma
    se murió hace ya meses,
    que tu padre ya no estaba,
    que aquél al que tanto quieres
    se marchó sin decir nada
    y además sin que recuerdes
    el día que se marchaba.

    Dedicado a las familias

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    1. Gracias Mediblogdefamilia por enriquecer este blog con esa entrada tan bonita aunque a la vez tan triste!
      Un abrazo

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  3. martucha dice:

    Precioso.
    Gracias por esta entrada.

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  4. Gracias a todos por vuestros comentarios tan amables y por compartir vuestras historias. Creo que hay pocas enfermedades que repercuten tan profundamente en la esencia de las personas y sus familiares como esta.
    ¡Mucho ánimo a todos!

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  5. Puri Moral dice:

    No sé cómo he llegado aquí pero tu testimonio me ha emocionado mucho… Mucho galeno/a como tú es lo que hace falta :))

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  6. Una mamá dice:

    Gracias por contarlo. Gracias.

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  7. Mónica, fíjate: todas estas emociones y sentimientos que has sentido mientras atendías durante un tiempo determinado a esta paciente enferma de Alzheimer , su hijo las siente hora tras hora, día tras día, …
    Es duro dejar de ser hijo cuando tu madre aún está presente,…
    Enhorabuena por el post y por la valentía al expresar tus sentimientos.
    Lo comparto y lo comento en la Red Social de Cuidadoras http://cuidadoras.net

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  8. Mari Carmen dice:

    Impresionante entrada, me ha emocionado porque estoy viviendo muy de cerca la enfermedad, mi madre hace ya casi cinco años que se fue y su lugar lo ocupa una desconocida, qué triste es ver cómo un ser querido no reconoce a sus hijos, nietos… que ha perdido toda expresividad, ni ríe ni llora, ni habla, ni siente….
    Gracias por compartirlo. Saludos.

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  9. Andoni dice:

    Fantastica entrada!! Tan real como la vida misma.
    Por vicisitudes de la vida, he conocido infinidad de casos como el que describes… y lo peor de esta enfermedad es el sentimiento de culpa que asola a los cuidadores.
    A ellos nos dedicamos cada día….

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  10. Angelitapapafrita dice:

    Hola Mónica. Estoy totalmente de acuerdo con Rosa. Te dejo algo que escribí con todo el dolor de mi alma. No estas sola, no están solos y los familiares de personas aquejadas de esta enfermedad tan dura, tampoco lo estarán. No, mientras existan profesionales con tu calidad humana. Besos.

    «Otros demonios».
    Suena el teléfono.
    – ¿Que es eso que suena?.
    – El teléfono.
    – Y ¿que es un teléfono?
    – Ay, no digas tonterías.
    – Es que no sé, ¿para que sirve?.
    – ¡Déjate de cachondeo!.
    La miro y se me hiela la sangre. Está hablando totalmente en serio.

    Cualquier enfermedad es terrible pero hay un grupo realmente cruel, las neurológicas, llámese Alzheimer o de cualquier otra manera. Conservas tu cuerpo más o menos intacto pero tu mente se borra. Todo aquello que conforma la vida, desde tu nombre hasta quienes son tus hijos, tus nietos, desde tus amores hasta tus dolores. Acabas siendo nada.
    Lo peor es que quienes te rodean no acaban de creerlo. Es difícil asumirlo y mucho más entenderlo.
    Mientras tanto la vida pasa y se escapa. Ni esos demonios te sirven de ayuda, las sombras que arrastras a lo largo de tu vida van colgando como si del velo de una novia se tratase, a ras de suelo.

    Mis sentimientos en estos momentos son difíciles de describir. Mi hijo Jose me ha ayudado a entender. Me ha dado la respuesta a una realidad que negaba por parecerme extremadamente dura.
    – Jose, ¿como te sientes?.
    – Bien mamá.
    – Estoy preocupada, entiendeme, no te veo triste y no es que quiera que sufras hijo. Me da miedo que el dolor vaya por dentro y te haga daño.
    Me mira y me responde.
    – Mamá, no te enfades por favor. Sabes que quiero a la abuela muchísimo. A esa abuela que me recogía del colegio y me daba de comer. Que me comía a besos. La que me compraba chocolatinas y me llevaba corriendo de un lado para otro. La que me decía que cada día estaba más guapo y me parecía más a ti, a su Angelita, su niña chica. Esa abuela se fue hace tiempo, cuando le molestaba mi presencia, cuando dejó de reconocerme y decía cosas feas sobre ti, sobre nosotros. Cuando decía que le atacabamos. Cuando se sentía agredida y maltratada. Esos días lloré mucho por la abuelita, por sus besos y sus abrazos. Desde ese momento sentí que ya no estaba con nosotros. Como si hubiese muerto dejando en su lugar a una desconocida.

    Por mucho que me duela reconocerlo, ese sentimiento es común a personas que hemos perdido a un ser querido que hace tiempo extraviaron su alma. Ahora comprendo el duelo que hemos vivido en nuestra familia desde hace tiempo. Desde que mi madre cambió por culpa de unas neuronas mal conectadas.

    Ángela Barragán Garrido.

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  11. Carmen dice:

    El día en que no quieres ser médico es precisamente cuando más me haces enorgullecerme de que haya médicos como tú. Un abrazo!

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  12. rosa m nieto dice:

    He tenido que esperar un rato a poder escribir.
    No Mónica, no, hoy tienes mucha suerte de ser médico y de ser sensible y de ser vulnerable. Hoy te tienes que sentir muy orgullosa de haber escrito estas líneas.
    Cuando alguien entra en el sistema sanitario debe tener la suerte de encontrarse a alguien como tu. Siempre me digo que el próximo curso será de flamenco o de punto de cruz y siempre me vuelvo a apuntar a algo relaccionado con mi profesión, para ser mejor profesional y mejor ser humano.
    Esa formación técnica y humanista es la que nos hace estar mas cerca de ellos, del paciente y de sus cuidadores, y que cuando nos toque a nosotras tambien tengamos al lado un buen profesional y una buena persona, una de las que se plantean al salir del trabajo estos pensamientos y escriben estos post.
    Gracias Mónica, hoy por escribir.

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  13. Miriam dice:

    Una entrada estupenda, me ha gustado mucho; muy duro pero llega hondo.

    Un saludo

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  14. miguel dice:

    Gracias Mónica! La verdad es que tu entrada me ha encantado, y define muy bien lo que es un paciente de alzheimer.

    Muaks!

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  15. Angeles dice:

    Impresionante. Y más si has visto algo parecido en tu propia familia, en tu propio padre… No tan agudo, no tan terminal en aquella fase de olvido y desvarío que también pasó. Y te sientes tan impotente, tan inutil y, al tiempo, tan importante, tan crítica en tu función de ser el único punto que le unía con la vida… Resulta dificil recordar quiénes fueron y, sin embrago, es lo único que puede salvarte de la desesperación.

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  16. Mónica Lalanda dice:

    Queridos Juana y Miguel Angel
    Ni siquiera puedo imaginar cómo se debe sufrir cuando te toca tan de cerca. La idea de que mis padres no me reconocieran o que yo pueda un día olvidar a mis hijos me supera. Vuestras entradas destilan cariño y entereza.
    No se me ocurre nada excepto mandaros un fuerte abrazo. ¡Animo!

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  17. miguel dice:

    Exactamente así está ahora mi padre… ayer le di de comer, y cada vez le cuesta mas, se mancha, se pone perdido y cuesta mucho que trague. Al menos no hemos recurrido todavía a otro tipo de alimentación y la deglución la tiene, pero hace ya 3 años que no conoce a nadie, y aún así sonríe mucho y eso siempre es bueno.

    Y te haces un experto en pañales, y en limpiar principios de úlcera, y dominas la cama articulada al 100%, y movilizas, quitas, subes, bajas, colocas, lavas, etc. Una tarea dificil, pero se lleva como se puede.

    Cuando llego a casa, saludo a mi madre y a mi padre, de hecho creo que me oye, pero no sabe responder. Seguro que por eso ni siquiera gira la cabeza

    Gracias Mónica

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  18. Juana dice:

    Mi padre murió de Alzheimer hace unos años, no se exactamente que olvidan y que recuerdan, mi sensación fue que se volvió como un bebé, recuerdo una escena en que estaba una de las chicas de la residencia (una mujer joven y encantadora) lo tenia de la mano y le preguntaba: «¿quieres que me vaya?» y él le contestaba con la cabeza que no, como los chiquillos, era de una ternura difícil de describir.
    Mi padre estaba casi siempre sonriente, y se alegraba al vernos. Aprendí mucho de la Vida, de mi familia, de todo …. con la enfermedad de mi padre.

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