MÁTEME, DOCTOR

Soy atea. No creo en sacrificios ni en ganancia a través del sufrimiento. No creo en la vida después de la muerte.

Creo fervientemente en el derecho de cada persona a hacer lo que quiera con su vida, respeto la libertad personal de acabar con tu propia existencia. No hablo por nadie, no represento a nadie, mi voto ha basculado hasta ahora entre Ciudadanos y PSOE.

Soy médico, mi función en la sociedad es tratar la enfermedad, acompañar al enfermo, consolarle y aliviar su sufrimiento. Sin embargo, a partir de hoy, me asignan la función de ser quien acabe con la vida del paciente que lo pida. Hoy, matar se convierte por decisión política en Acto Médico. Yo me rebelo.

El término «muerte digna» ha sido secuestrado de su significado real. Toda muerte debe ser digna y todo médico debe hacer todo lo que esté en su mano para favorecerlo. Muerte digna es morir sin dolor, sin asfixia, sin soledad, sin sufrimiento y en el lugar elegido. La muerte digna incluye también permanecer sedado mientras llega la muerte. Muerte digna es vivir con dignidad hasta el último suspiro.

En esa conversación social rota que llevamos años viendo, transpira una confusión completa de términos, no solo el ciudadano de a pie sino comunicadores, periodistas, políticos e incluso profesionales sanitarios. El ruido es ensordecedor pero si uno escucha y reflexiona sobre lo que se habla , es fácil darse cuenta de una serie de cosas.

En primer lugar, se pide a voces eutanasia como sinónimo de muerte digna, Se expresa la injusticia de morir con dolor, con sufrimiento., reclamando una buena muerte. Se pide eutanasia cuando, con frecuencia, lo que se que está pidiendo es una sedación paliativa o una sedación terminal. La gente cuenta los horrores de cómo murió su padre o su mujer, con días y horas terribles reclamando que eso se evite a través de la eutanasia. La muerte digna, la buena muerte no son sinónimos de eutanasia, la muerte digna es una buena muerte. La Medicina está ya capacitada para facilitar la muerte cuando esta es ya inevitable, sin causarla.

Cuando se habla de la necesidad de eutanasia se pone siempre como ejemplo el caso de Ramón Sampedro que se llevó al cine. Casos terribles como el suyo, de personas que pasan por accidente o enfermedad degenerativa a ser 100% dependientes y deciden que quieren acabar con su vida, requieren sin duda alguna una salida humanitaria y digna. La preocupación de Sampedro y otros casos mediáticos similares ha sido la de evitar consecuencias legales a quienes les ayudaran a suicidarse. En el caso de Sampedro contó con la ayuda de 11 seres queridos. La despenalización del suicidio asistido sería una solución justa y válida. En el año 2021, obtener información y medios para acabar con tu vida en la era de internet no requiere la mediación de nadie fuera de tu círculo íntimo. Desafortunadamente esto lo demuestran las cifras, en España se suicida una persona cada dos horas.

Los términos utilizados para delimitar quién podrá acceder a este nuevo servicio es laxo: «sufrir una enfermedad grave e incurable o un padecimiento grave, crónico e imposibilitante que le cause un sufrimiento intolerable«. No hemos mirado a lo que ocurre en los otros cuatro países que ya tiene regulada la eutanasia y donde las indicaciones mucho menos amplias que estas se han deteriorado hasta límites irreconocibles. En Holanda se está planteando aceptar peticiones de «personas mayores cansadas de vivir«. La pendiente resbaladiza, un término que tanto se usa para describir la degeneración de estas leyes en los otros países, se ha ignorado. El riesgo de una ley como esta es la terrible desigualdad que creará, una posibilidad siempre abierta a los más vulnerables y a los más desfavorecidos. En esta cadena, ¿cómo podrán los médicos a los que se incluye en la valoración de cada caso convertirse en jueces de cómo de insoportable es un sufrimiento o cómo de imposibilitante es un padecimiento psicológico? ¿Cómo podrán los médicos, cansados, desanimados, maltratados y rotos mantener la confianza de sus pacientes ante este tipo de decisiones tan dolorosas? Es una posición imposible para quien dedica su vida a intentar entender y ayudar a la gente. Ahora convertidos en medidores del sufrimiento y tolerancia ajena.

Hay que mirarse al espejo profesional y aceptar que el clamor para pedir ley de eutanasia es en parte culpa nuestra, de esa medicina atolondrada, agresiva, sin límites que practicamos hace décadas, de la obstinación terapéutica, los excesos, del encontrar más fácil intentar un ensayo nuevo que confrontar al paciente con la idea de que se está muriendo. De una medicina cada vez más tecnológica y menos humana, hospital-centrista. Quien ha vivido la muerte de su madre con un cáncer con tratamientos más allá de lo razonable, sin poder disfrutar del final de su vida, quien sufre a su abuelo con demencia y un tubo nasogástrico para alimentarle, quien observa a su padre de 90 años encamado y triste y sus 35 pastillas, …¿cómo no va a reclamar un final más dulce?

Personalmente me espantan esas situaciones. He escrito varias veces sobre esto. Es imprescindible hacer una crítica a la manera en la que muere demasiada gente, llevamos propiciando una muertes tan malas que la sociedad asocia el proceso de morir con el ensañamiento terapéutico y quieren darlo la espalda. La eutanasia no es la solución a la mala medicina, es su consecuencia. Que se considere la eutanasia una liberación de una medicina enloquecida, es una tragedia que deberíamos encarar como profesión. La idea es devastadora. Esta viñeta de Gallego y Rey con motivo de la ley es muy clarificadora. La eutanasia como liberación de la propia medicina. Esto no requiere eutanasia sino adecuación del esfuerzo terapéutico, no requiere matar sino dejar morir en paz.

Es interesante que los propios médicos elegimos morir de distinta manera que el tipo de muerte que ofrecen a sus pacientes. Existen varios estudios que así lo reflejan. Esto es más triste todavía pues demuestra conciencia de la mala muerte que practicamos con nuestros pacientes pero que no queremos para nosotros mismos.

Y ahora en términos prácticos, los tiempos que observa esta ley no son razonables, el SNS está hundido, destruido, a mínimos. Encaramos la ironía que sea mucho más fácil una cita para valorar tu muerte que ponerte una prótesis de cadera por dolor imposibilitante, o una cita con el cardiólogo. La única manera de que esto prospere es invirtiendo grandes cantidades de dinero, pero ¿es eso justo? Los medios son limitados, ¿ tiene más derecho alguien que pide eutanasia que alguien con cáncer, o una persona que con terribles dolores de espalda o un paciente que necesita un caro desfibrilador interno? ¿Veremos una inyección de dinero como la que mantiene el exitoso sistema de trasplantes? ¿Se acabará privatizando? Lo que se ha ofrecido en papel es ahora mismo una utopía en la realidad del sistema nacional de salud español. ¿Tendrá el médico de familia que acudir a hacer una eutanasia tras una consulta de 50 pacientes? ¿Serán los pocos compañeros que decidan hacerlo tan pocos que ellos también decidan ser objetores de conciencia? Se va a partir de números bajos de médicos no objetores si miramos los resultados de una encuesta que hizo el colegio de Médicos de Madrid con la anterior corporación. Su valor es bajo, la metodología dudosa, recoge el sentir de apenas el 2% de sus colegiados pero este dato es interesante. Menos de un tercio de los médicos encuestados están seguros que no pedirán la objeción de conciencia.

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Una vez que se incluya como una opción más, ¿se va a esperar a que el paciente lo pida o se va a ofrecer como alternativa también? Si se está clasificando al mismo nivel que una radiografía o una apendicetomía, «parte de la cartera de servicios», ¿habrá que ofrecerlo a pacientes con sufrimiento insoportable? ¿Cuánto y cómo de pronto degenerará esto? ¿Cómo se distingue el papel de paciente de el papel de cliente?

Otro tema inconcluso, la certificación. Los certificados de defunción son documentos de peso, no son solo un simple registro, suponen un control, una forma también de mejorar la sociedad, de entender lo que ocurre con ciertas enfermedades, de hacer estadísticas. Que la ley diga que se considere la eutanasia a todos los efectos como «Muerte natural» y que la contabilización, de haberla, sea a nivel autonómico y no nacional es un despropósito. Nada hay menos natural que una muerte forzada.

Creo que la dicotomía de elegir entre cuidados paliativos y eutanasia es falsa, se está utilizando como parte de la discusión. Pero lo cierto es que unos buenos cuidados paliativos, una buena ley de dependencia que funcione y un replanteamiento de la medicina deshumanizada disminuirían sensiblemente la situación de desamparo y sufrimiento que lleva a la petición de la ley de eutanasia ya aprobada. En España no hay ninguna de las tres, estamos construyendo la casa por el tejado y esto es siempre peligroso. Sin duda siempre quedarán casos de sufrimiento terrorífico que solo puede acabar a través de la muerte, para esos es suficiente la despenalización del suicidio asistido. El suicidio es siempre una salida a una vida no deseada, con y sin ley.

 La Medicina con mayúscula va más allá de quienes llevamos la bata blanca en cada momento, la Medicina tiene un compromiso con la sociedad desde que existe, hace 6000 años. Necesita unos principios básicos que sean inamovibles que se mantengan en el tiempo. El Código Deontológico no puede cambiar según decisiones políticas, necesitamos cimientos y seguridades más allá del tiempo y el lugar. «El médico no procurará la muerte, aunque el propio paciente nos lo pida” es parte de nuestro Código Deontológico desde siempre. El código ético de los médicos, más estricto aun que cualquier código penal, es nuestra manera de auto-regularnos, de asegurar una Medicina de excelencia. Si se cambia ese código para acomodar decisiones políticas tan trascendentes, será papel mojado. El médico está para curar, cuidar, acompañar y cuando no se pueda hacer otra cosa, consolar, y también ayudar a morir, pero se romperá el contrato de confianza no escrito si terminar la vida del paciente pasa a ser un Acto Médico. Si esto no lo para, como en Portugal, el tribunal constitucional, no debe haber listas de objetores de conciencia sino justo al revés, lista de profesionales o de personas formadas para este objetivo, que a título personal quieran formar parte de un registro de eutanasiadores . Las bases más primitivas de la Medicina no pueden tambalearse.

Provocar la muerte de un paciente, no debe ser un procedimiento médico.

Un video de 6 min con conceptos sobre final de la vida

PD: Este es mi espacio, mi casa. Los comentarios son moderados, daré paso a todas las opiniones siempre y cuando se expresen desde el respeto.

SI QUIERES SUMARTE A ESTA PETICIÓN AL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE PARALIZAR LA LEY ESCRITA POR UN PEQUEÑO NÚMERO DE PERSONAS DE L MUNDO DE LA ÉTICA, ADELANTE:

«ESTA PETICIÓN ES TUYA Y MÍA, NO TIENE COLOR POLÍTICO, LA FIRMAMOS GENTE DE IZQUIERDAS Y DE DERECHAS, DE CENTRO Y DE CUALQUIER OTRA OPCIÓN, QUE NOS SENTIMOS UNIDOS EN LOS PROFUNDOS VALORES DE LA ESENCIA MILENARIA DE LAS PROFESIONES SANITARIAS, Y DE LA CONSTITUCIÓN, Y VAMOS JUNTOS A DEFENDER LA DIGNIDAD DE CADA UNO Y EL BIEN DE TODOS»

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfClhQCDfiDd_CUl8rLus2gwNED9Vpoi8-UCogIZpXRnpoCuQ/viewform

31 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Javier Arrieta dice:

    Alguien definió a los políticos como los que cuando se ve la luz al final del túnel, piden mas túnel. Esta ley como algunas otras no intenta solucionar ningún problema. Es solo para provocar a los partidos contrarios. Que además pican y reaccionan. Cuando lo fácil sería copiar la ley del país que más nos guste, nos inventamos una con la asesoría (bien pagada) de los que no saben nada del tema. Y una ley más que no se aplicará, porque está mal escrita. La he leído y en mi experiencia profesional no me hubiera servido para nada. Solo para enredar las decisiones y favorecer la objeción.

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  2. Joaquin Irigoyen dice:

    Una muestra más de que la política (mala) lo invade todo: Sanidad, Educación, Justicia, medios de comunicación, cultura, etc.
    Por ejemplo: En los hospitales se han sustituido los Jefes de Servicio (por oposición, más o menos) por Directores de Unidad de Gestión, que son descaradamente cargos políticos, y que, en bastantes casos, miran más por los números que por la calidad asistencial, el buen trato a pacientes y profesionales y la justicia.

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  3. Marisa Bonilla dice:

    Me preocupa mucho cuando dicen que la eutanasia es algo muy personal y que nadie obliga a otro a pedir la muerte, pero esto no es así, porque nos implica a toda la sociedad: Con mis impuestos se va a asesinar a las personas, y yo no quiero. Mis impuestos van a destinarse a la eutanasia en vez de a los palitativos o a mejorar la saidad, y yo no quiero !!!. ¿Y quien defiende mi libertad?. Si la libertad es un valor sagrado, y está por encima, incluso, del derecho a la vida, ¿porque a mi se me obliga a aceptar y a pagar algo con lo que no estoy de acuerdo?. Os adjunto un manifiesto que refleja el sentir de toda esa sociedad a la que nadie ha preguntado lo que quiere:
    No me obligues a ser Caín. No me obligues a matarte.
    Oblígame a que te dé los mejores cuidados paliativos y a que haya una ley que los regule y evite el ensañamiento.

    Oblígame a que te proporcione la ayuda psicológica que necesites para comprender y aceptar tu situación.
    Oblígame a que tus familiares puedan recibir también esa ayuda y comprendan que no eres una carga, ni un estorbo, que tu vida es valiosa hasta el último suspiro.
    Oblígame a que invierta en investigación de nuevos fármacos contra el dolor… pero no me obligues a ser Caín. No me obligues a matarte.
    Reconozco tu derecho a morir dignamente y pondré mi pancarta al lado de la tuya para exigirlo, pero… respeta tú mi libertad, no me obligues a matarte. Yo también quiero ser libre.
    Reconozco tu derecho a ser libre, pero tú, no puedes obligarme a matarte… y lo haces si mis impuestos se destinan a hacer morir a mis vecinos, a mis padres o a mis hermanos.
    Tengo una propuesta mejor:
    Quiero que mis impuestos se destinen a crear buenos centros de cuidados paliativos, a dotarlos con los mejores profesionales y de todos los avances médicos que existan, pero no quiero que mis impuestos sirvan para crear protocolos que ayuden a morir, no quiero que mis impuestos se destinen a comisiones, comités, observatorios, y demás estructuras, para analizar, inventariar y desmenuzar las muertes de las personas a las que quiero.
    No me obligues a ser Caín. Tenemos una propuesta mejor.
    Quiero pagar más impuestos para que tú, por muy anciano que seas y muy enfermo que estés, recibas toda la ayuda que necesites. No quiero ahorrarme ni un euro porque sea más barato acabar con tu vida. No quiero que nadie se ahorre cuidados médicos, o pagos de pensiones, a costa de tu muerte.
    No quiero que tú, anciano, al final de tu vida, tengas miedo de ir a un médico porque éste pueda decidir que ya has vivido bastante, que eres inútil para la sociedad, que eres una carga… y te haga ver que lo mejor que puedes hacer es morirte.
    No quiero que tú, por muy impedido que estés, puedas sentir que “liberarás” a tu familia si decides morirte. No quiero que puedas ver en los ojos de tus hijos, o de tus padres o de tu esposa un reproche por estar vivo. No quiero que tengas que pedir perdón a nadie por vivir, y tú sabes, que si pudieras elegir morir, te sentirías obligado a hacerlo para no ser “una carga”.
    Amigo, hermano, respeto por encima de todo tu derecho a ser libre, pero te suplico que respetes tú también mi libertad, y no me obligues a ser Caín.

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  4. Oscar Ramírez. dice:

    Hola Mónica,

    Gracias por el texto. me parece muy enriquecedor y lleno de matices vistos desde el punto de vista de un médico.

    Este debate me queda muy grande, y no se, sinceramente, cual es mi opinión. Me ocurre como con el aborto.

    Los médicos de paliativos son ANGELES con mayusculas, que nos acompañaron a mi madre, mi familia y a mí, en los últimos días de vida de mi madre, y siempre me dijeron una y otra vez lo que iba a pasar, al pie de la letra, y acertaron, como era de esperar, en tiempo y forma. Ahora, ¿es lo ideal ver morir a tu madre, padre u otro pariente tan cercano? No lo se, no lo se. Las doctoras decian que era mejor que muriera en casa rodeada de amor y de los suyos, y es cierto, pero es muy duro que se te muera tu madre en tus brazos, muy duro.

    Creo que esto sería más sencillo si nos educaran a entender la muerte como un paso más de la vida, que permite que otros tomen el relevo y sigan disfrutando de esta maravilla que es estar vivo. Igual que nos enseñan a celebrar el nacimiento, nos deberían enseñar, quizá no a celebrar tambien, pero si a entender que la muerte es algo necesario, y que en ocasiones llega injustamente pronto, o de manera abrupta, aunque nunca en buen momento, bien es cierto.

    Un saludo y ánimo a todos esos sanitarios que están haciendo un esfuerzo que la sociedad española nunca les podrá pagar.

    Oscar.

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  5. Marisa dice:

    No me obligues a ser Caín. No me obligues a matarte.
    Oblígame a que te dé los mejores cuidados paliativos y a que haya una ley que los regule y evite el ensañamiento.

    Oblígame a que te proporcione la ayuda psicológica que necesites para comprender y aceptar tu situación.
    Oblígame a que tus familiares puedan recibir también esa ayuda y comprendan que no eres una carga, ni un estorbo, que tu vida es valiosa hasta el último suspiro.
    Oblígame a que invierta en investigación de nuevos fármacos contra el dolor… pero no me obligues a ser Caín. No me obligues a matarte.
    Reconozco tu derecho a morir dignamente y pondré mi pancarta al lado de la tuya para exigirlo, pero… respeta tú mi libertad, no me obligues a matarte. Yo también quiero ser libre.
    Reconozco tu derecho a ser libre, pero tú, no puedes obligarme a matarte… y lo haces si mis impuestos se destinan a hacer morir a mis vecinos, a mis padres o a mis hermanos.
    Tengo una propuesta mejor:
    Quiero que mis impuestos se destinen a crear buenos centros de cuidados paliativos, a dotarlos con los mejores profesionales y de todos los avances médicos que existan, pero no quiero que mis impuestos sirvan para crear protocolos que ayuden a morir, no quiero que mis impuestos se destinen a comisiones, comités, observatorios, y demás estructuras, para analizar, inventariar y desmenuzar las muertes de las personas a las que quiero.
    No me obligues a ser Caín. Tenemos una propuesta mejor.
    Quiero pagar más impuestos para que tú, por muy anciano que seas y muy enfermo que estés, recibas toda la ayuda que necesites. No quiero ahorrarme ni un euro porque sea más barato acabar con tu vida. No quiero que nadie se ahorre cuidados médicos, o pagos de pensiones, a costa de tu muerte.
    No quiero que tú, anciano, al final de tu vida, tengas miedo de ir a un médico porque éste pueda decidir que ya has vivido bastante, que eres inútil para la sociedad, que eres una carga… y te haga ver que lo mejor que puedes hacer es morirte.
    No quiero que tú, por muy impedido que estés, puedas sentir que “liberarás” a tu familia si decides morirte. No quiero que puedas ver en los ojos de tus hijos, o de tus padres o de tu esposa un reproche por estar vivo. No quiero que tengas que pedir perdón a nadie por vivir, y tú sabes, que si pudieras elegir morir, te sentirías obligado a hacerlo para no ser “una carga”.
    Amigo, hermano, respeto por encima de todo tu derecho a ser libre, pero te suplico que respetes tú también mi libertad, y no me obligues a ser Caín.

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  6. Juan Bartual Magro dice:

    Yo aprendí muy pronto lo que supone la eutanasia, o el asesinato selectivo de pacientes, que viene a ser lo mismo.
    Hace 25 años estaba rotando por Neumología, y hacía guardias de Medicina interna. Una tarde me llega un paciente demenciado, creo que rondaba los 80 años, diabético (en estadío almorranas garrapiñadas, con 300 de glucemia), escaras agusanadas, edema agudo de pulmón (en estadío anaerobio), HTA descompensada, analítica incompatible con la vida, un desastre vaya.
    Me pongo en contacto con la UCI que me indica que «el paciente no reúne criterios de ingreso en la unidad».
    Hablo con la familia, y les digo que el paciente está muy mal y que, probablemente, fallezca.
    Pues lo ingreso en planta y le pongo sus cositas, que si oxígeno, que si antibióticos, que si diuréticos, etc.
    Pues resulta que el señor responde a la medicación y, en un par de semanas está divino, sin escaras, analítica prácticamente normal. Pero eso si, llamando a Mari Puri por su Alzheimer.
    Puesto a darlo de alta, llamo al teléfono que consta en su historia (los familiares no habían vuelto a aparecer por el hospital), y resulta que está desconectado (en esa época no había móviles). Llamo a la asistente social y esta contacta con la Guardia Civil, que localiza a los familiares (vivían en un pueblo de la huerta).
    Llegaron como fieras, amenazándome con denunciarme por que el abuelo no se había muerto como les dije. Y se negaron a llevárselo. A través de la Asistente social, tuvimos que buscarle una residencia (de monjitas).
    El problema era el siguiente, el abuelo estaba en una casa de la huerta, a donde acudía una cuidadora unas horas que (se supone) lo aseaba y le daba las pastillas. En cuanto dije a los familiares que estaba muy mal, vendieron la casa, la huerta y se repartieron el dinero.
    El abuelico falleció, al cabo de dos años, bien cuidado y atendido, en la residencia. Y espero que se reuniera con Mari Puri.
    No dudo ni un momento de que, si la eutanasia hubiera estado vigente, al pobre anciano le hubieran aplicado el «protocolo Montes», y los familiares se hubieran ahorrado el coste de la residencia.

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  7. José Manuel Beltrán Sobrado dice:

    Muy interesante el artículo.
    Me ha clarificado mucho en como afrontar una enfermedad incurable y terminal. Ahora tomaría otras decisiones distintas a las que tomé cuando mi esposa enfermó de cáncer.
    Desde luego que apoyo sus planteamientos en cuanto al enfoque del problema: buenos cuidados paliativos, una ley de dependencia que REALMENTE funcione, y un replanteamiento de la medicina deshumanizada, yo diría robotizada.
    ¡Cuanto echo de menos aquellos médicos de familia de mi niñez! Los veía como personas, alguien cercano y familiar.
    Ahora cuando voy a las consultas veo «técnicos informáticos», maquinas que interpretan informes diagnósticos. Me asusta la medicina cada vez más tecnológica y menos humana, hospital-centrista.
    Gracias por tomarse la molestia de aclararnos las ideas.
    Saludos cordiales

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    1. Gracias por tomarse el tiempo de comentar.
      Siento lo de su mujer
      Un saludo cordial

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  8. Andoni Carrion dice:

    Vaya por delante que respeto tu posición y tu rebeldía. Los que creemos en la libertad de los enfermos en usar este derecho creo que también respetamos la libertad de los que no quereis ejercerlo.

    Como dije en un tuit creo que es un tema lo suficientemente complicado como para debatirlo en 140 caracteres o incluso en un comentario como este.

    Comparto gran parte de tu discurso pero creo que el matiz está en el tercer párrafo. Tu función en la sociedad es la que te asigna la sociedad y no la que tu crees que te ha asignado.

    Está claro que, hasta ahora, la función primordial del sistema sanitario en su conjunto y la de los sanitarios (también las enfermeras) en particular es tratar la enfermedad. Esa es la función que se recoge en los códigos deontológicos. Lo mismo son los esos códigos deontológicos los que tienen que adaptarse a los tiempos y no al revés.

    Pero es que el mundo ha cambiado mucho en los últimos 50 años y ahora todos sabemos que hay enfermedades que no son tratables (ni que decir tiene que tampoco curables). Y a esas nuevas situaciones es a las que hay que dar respuesta. Está claro que eso confronta con el sistema actual. Confronta incluso sin Ley de Eutanasia. Todos conocemos casos de empecinamiento diagnóstico y terapeútico. Todos conocemos casos de pacientes con pronóstico cierto de muerte cercana a los que se les sigue tratando “para nada” porque el sistema no puede dejar de intentarlo.

    Esta ley regula la posibilidad de que las personas consideren, en uso de sus libertades individuales, dejar de intentarlo y tirar la toalla. ¿Eso necesita un debate profundo en los roles actuales y futuros de los profesionales sanitarios? Sin duda. ¿eso invalida el derecho? Rotundamente no.

    Vuelvo a decirte, comparto y respeto que haya quien no quiera participar. Yo, y mucho como yo, no tendremos problemas en hacerlo. Somos muchos los que pensamos que cuando ya no se puede tratar la enfermedad, hay que tratar el sufrimiento y, llegado el caso, incluso acortarlo.

    Un abrazo y encantado de debatir sin exabruptos.

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    1. Gracias por entrar a comentar Andoni

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  9. Elena dice:

    Las Comunidades ahora tienen un reto. Es momento de sacar a la luz las causas del encarnizamiento terapéutico. Yo no veo laxa la ley la verdad. De trata de detectar padecimientos que no se puedan revisar. Y hay 4 peticiones que van a ser valoradas por diferentes profesionales.
    Es verdad que hay confusión de términos en la sociedad, pero para eso estamos los sanitarios, para aclarar conceptos.
    Creo que se puede exigir ahora con más fuerza una mejora de los cuidados paliativos, unas aplicación de protocolos stopp-start, de humanización de los cuidados y de la ley de dependencia.
    En mi experiencia no son pocos los médicos que escurren el bulto y no acompañan hasta el final cuando el sufrimiento es alto.
    También creo que el suicidio asistido está en la ley y que debe ser priorizado sobre la eutanasia. Y esto puede estar recogido en los protocolos de cada Comunidad Autónoma.
    Gracias por propiciar debate.

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  10. Juan Bartual Magro dice:

    Juro por Apolo médico, por Esculapio, Hygia y Panacea, juro
    por todos los dioses y todas las diosas, tomándolos como testigos,
    cumplir fielmente, según mi leal saber y entender, este juramento y
    compromiso:
    Venerar como a mi padre a quien me enseñó este arte, compartir con él mis bienes y asistirle en sus necesidades; considerar a sus hijos como hermanos míos, enseñarles este arte gratuitamente si
    quieren aprenderlo; comunicar los preceptos vulgares y las enseñanzas secretas y todo lo demás de la doctrina a mis hijos, y a los hijos de mi maestro y a todos los alumnos comprometidos y que han prestado
    juramento según costumbre, pero a nadie más.
    En cuanto pueda y sepa, usaré de las reglas dietéticas en provecho de los enfermos y apartaré de ellos todo daño e injusticia.
    Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna. Por el contrario, viviré y practicaré mi arte de forma santa y pura.
    No tallaré cálculos, sino que dejaré esto a los cirujanos especialistas.
    En cualquier casa que entre, lo haré para bien de los enfermos, apartándome de toda injusticia voluntaria y de toda corrupción, y principalmente de toda relación vergonzosa con mujeres y muchachos, ya sean libres o esclavos.
    Todo lo que vea y oiga en el ejercicio de mi profesión, y todo lo que supiere acerca de la vida de alguien, si es cosa que no debe ser divulgada, lo callaré y lo guardaré con secreto inviolable.
    Si este juramento cumpliere íntegro, viva yo feliz y recoja los frutos de mi arte y sea honrado por todos los hombres y por la más remota posteridad. Pero si soy transgresor y perjuro, avéngame lo
    contrario

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  11. Rafael Sánchez Arroyo dice:

    Gracias, Mónica, por tu implicación en este tema. Por desgracia, la mayoría estamos «taaan ocupados» que delegamos el debate en otros. Y, por desgracia, esta vez el debate ni se ha producido. Creo que es imperdonable la superficialidad y la prisa con que se ha tramitado la ley, que revelan una ideologización deshumanizada de la política. No creo que alcance el objetivo que proclama (la muerte digna) porque tal vez no era ese el objetivo real. Ojalá, con el tiempo, el sentido común y la profesionalidad, como los que rezuman esta entrada, acaben prevaleciendo. Pero no soy muy optimista, la verdad.

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    1. Gracias Rafa, comparto tu pesimismo. Creo que la superficialidad y la prisa nos describen como sociedad, no es de extrañar que la política lo refleje e intensifique. A mayores, nunca la política había sido tan pobre, tan baja y tan indigna, al nivel de la muerte que han tenido y siguen teniendo miles en nuestro pais.

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  12. Marian dice:

    Soy médico internista y me dedico a Cuidados Paliativos.

    Soy fiel defensora de los #CuidadosPaliativosParaTod@s.
    Así evitamos la obstinación terapéutica y por tanto, mucho del sufrimiento que ocasiona.

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  13. Manuel Calleja Hernández dice:

    En mi comentario de ayer no entré para nada en el escrito de la Dra. Lalanda, pero no quiero dejar de decir que me parece una reflexión seria, serena, profunda, equilibrada y sobre todo que denota que es el reflejo de un importante e intenso debate interno. Personalmente la suscribo de la A a la Z.

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  14. maitesa11 dice:

    Otra Responsabilidad más q nos lanzan a hombros d Médicos. Responsables máximos d la Salud d nuestros pacientes (a veces parece q únicos, en el pensamiento d la Medicina como solución mágica); ahora quieren q también Responsables d la Muerte de estos. Mientras, esta Sociedad cada vez más infantilizada se libera d SU responsabilidad. Así, entre los dos extremos parece q tendremos q movernos, como si no pudiera ser un tránsito progresivo en deprescripción y evitar el encarnizamiento, con sedación al final d la vida si el paciente lo desea. En casos concretos, la despenalización del suicidio asistido era la opción más lógica, pero parece q la Muerte es más aséptica si el proceso lo lleva a cabo un médico. La eutanasia, como el aborto, es muy difícil d incluir en nuestra relación personal con los pacientes, x mucho q estés a favor de la libertad individual d estos

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  15. MariMario Perez dice:

    Estimada Doctora, soy medico jubilado especialista en Ginecología y Obstetricia por lo que afortunadamente las situaciones de gran riesgo o sufrimiento no las encontramos habitualmente en nuestros servicios. Opino que la frase MATEME, DOCTOR es bastante demagógica y es desconocer bastante la ley, leala doctora y va dirigida a una franja de pacientes que precisamente por ejercer su libertad no desean vivir. Tuvimos la triste experiencia del montaje que el PP hizo con el dolor Montes, un intensivista del servicio al que pertenecía me contó el caso. Finalmente la justicia dió la razón al  Dr Montes y  se publicó en los periódicos solo en una ocasión y con cuatro lineas. Esta es la manera que esta ley previene ciertos casos que no son los que hablan los twuits que comentan a so es lo que u publicación, al reves es una ley muy garantista a la que se puede objetar, faltaría más. Por favor doctora lea la Ley porque pienso que no es lo que Vd dice. Atentamente

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    1. Gracias Mario por entrar a comentar. respeto su opinión.
      Sin embargo, sin ese título «demagógico», usted nunca me habría leído. Se llama «punch».
      Ni que decir tiene que he leído la ley varias veces desde el primer borrador. Lo que no sé es si usted ha leído más allá del título de esta reflexión. De cualquier manera, la discrepancia es enriqucedora.
      Un saludo cordial.

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  16. Carlos Rodrigo dice:

    Completamente de acuerdo. Toda muerte debe ser digna. La obligación de todo médico debe ser ayudar a vivir dignamente hasta el último segundo. Muy buen artículo y muy buena reflexión. Gracias Monica

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  17. Como siempre Doctora, excelente reflexión que sale de su experiencia, corazón y ese maravilloso don que tiene para escribir. Mucho que pensar nos deja.

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  18. Manuel Calleja Hernandez dice:

    Creo que con frecuencia se mezclan dos cosas cuando se habla de la eutanasia y la ley que la regule. Al tratarse de una norma permisiva (es decir que reconoce y regula un derecho, no prohibe nada, como ocurre con las normas prohibitivas), el sentido común dice que no es fácil estar en desacuerdo con la ley para quien ama la libertad, pues en ningún caso va a obligar a nadie a ejercer dicho derecho si no quiere. Por tanto, aunque en mi moral no entre, yo no tengo derecho ni motivos para imponer mi moral a nadie. Tampoco me preocupa que en mi moral no entre, pues creo que es absolutamente innecesaria pues nadie precisa recurrir a la eutanasia para procurarse una muerte «dulce» ni con la dignidad necesaria.
    Otra cosa muy distinta es que tenga que ser el médico el que, por imposición, ejecute esa eutanasia. Personalmente no acepto bajo ningún concepto ser obligado a ello. Eso es una cuestión de moral individual. Pero eso no creo que llegue a ser un problema social real. Podrá optar por la eutanasia quien quiera y no creo que se plantee que sea imposible encontrar quien la ejecute por ningún sitio.
    El auténtico problema en España lo tienen, y lo van a seguir teniendo, los que no queriendo la eutanasia para sí, pretendan morir sin dolor y con la dignidad que todos merecemos por igual, porque hay grandes probabilidades de que muchos de ellos no dispongan de la cama necesaria cuando llegue la hora. ¿A nadie de los que tanto han procurado la ley de la eutanasia le preocupa ese problema?

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    1. La doble vara de medir. Llevamos un terrible año de muertes indignas y aquí estamos aplaudiendo la ley.
      Un abrazo Manuel

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  19. Curro Pasquau dice:

    Buena y ajustada reflexión. Llevo mas de 30 años trabajando como internista en un hospital público. La muerte siempre ha ocupado un espacio muy importante en nuestro día a día. Aunque es cierto que pueden existir diferencias de criterio sobre el obstinamiento terapéutico o los límites de los cuidados en pacientes frágiles, siempre he apreciado una especial sensibilidad sin fisuras en el personal sanitario para que todas las muertes sean lo más dignas posible. A veces no se ha conseguido pero siempre se ha intentado. Algunos políticos quieren ahora adueñarse desde un despacho del concepto de “muerte digna” como si hasta la llegada de esta ley la indignidad haya sido la norma. No. No han sido los políticos; han sido los propios pacientes, sus familiares, sus cuidadores y los profesionales sanitarios los que, desde hace ya muchos siglos, hoy y mañana, seguirán dando todo lo que son para atender con generosidad y profesionalidad a los que hoy se estan yendo. La muerte con eutanasia puede ser digna pero para que la muerte sea digna no precisa de la eutanasia.

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    1. Esa última frase habría que esculpirla!!
      Gracias por comentar

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  20. Buen artículo, yo tuve que decidir sobre el final de mi hermana. El médico me dijo que estaba terminal por cáncer, con solo 50 años, y que lo único que quedaba era morfina y dormirla para que no sufriera. Pero que ponerle morfina era adelantarle la muerte. O sea, eso es una manera de eutanasia, entiendo. Pero también entiendo que ponerle una inyección para que muera, aunque sea su voluntad, ¿por qué la tiene que poner un médico? Ahí entraría la objeción de conciencia que supongo, no lo sé, comtemplará la ley, pero como estas cosas las hacemos en España, normalmente a las leyes siempre le falta algo.

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    1. Hola Alfonso, gracias por el comentario y siento mucho lo de tu hermana, sin duda una muerte prematura.
      Verás, por lo que dices, tu hermana recibió una sedación paliativa o sedación terminal (con morfina y algún otro fármaco que podemos usar). Esto es parte de los cuidados paliativos. Un tratamiento médico que está en nuestras manos para facilitar una muerte que es ya irreversible, el proceso de morir está en marcha y la sedación lo hace más dulce, sin dolor, sin angustia, con paz. Una buena muerte para el paciente y mucho menos traumática para los familiares que lo viven con menos angustia. En algunas ocasiones esta sedación puede adelantar la muerte, quizás adelantarla unas horas, a lo más algún día, pero la sedación no busca causar la muerte sino facilitarla. La sedación no es una forma de eutanasia, no, es un acto médico. Hay una gran diferencia con aplicar esa morfina con el objetivo de acabar con la vida de un paciente. En una se busca facilitar una muerte y en el otro causarla. La diferencia es sutil pero en términos del significado de esto para el objetivo de la profesión de un médico, hay un abismo. No sé si me he explicado. Mira el pequeño video, creo que es esclarecedor. Un saludo

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    2. Te dogy las gracias por tu respuesta, porque es una se que me quedó dentro y me ha dado mucha paz interior. Cuando el médico me lo planteó porque era su único familiar (mi padre estaba ya anciano como para gestionar eso) y yo me quedé como el blog, a cuadros. Fíjate que no sabía decidir y lo único que se me ocurrió fue preguntarle al médico que si fuera su hermana, él que haría. Me dijo que se la pondría y eso hice. Me dijo que le iba a dar un día para que nos diera tiempo a despedirnos, que nos dió y ya se durmió y como dices, duró un día más. Gracias de nuevo por tu respuesta, es un alivio. Gracias gracias gracias.

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      1. ay, Alfonso, a veces con una mala comunicación los médicos creamos traumas que duran años en algo que para nosotros es solo una conversación de muchas. Lo siento mucho. Tu hermana se marchó dulcemente gracias a ti pero tú no acabaste con su vida, solo le diste un adiós más fácil. Tuvo suerte de tenerte por hermano. Ánimo!!

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  21. Realmente magnífico. Sobre todo por poner el dedo en la llaga de hasta que punto la medicina ejercida provoca este apoyo a la ley.
    No tengo claro todo lo de la «autonomía» porque las vidas que vivimos son bastante heterónomas, normalmente para mal, pero a veces para bien: no se pueden vender órganos aunque uno diga que lo hace libremente.
    La primera frase sobre ateísmo y sacrificio creo que se refiere a unas religiones de otro tiempo. Yo creo que las religiones no afectan mucho a esto.
    Gracias! Me apunto a seguir tus comentarios

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  22. Lola de las Heras Alonso dice:

    Me ha encantado el artículo….. qué bien se refleja la diferencia entre suicidio asistido y eutanasia. Y los términos legales q muchas veces son los q dan miedo.
    A mi me da miedo esta ley. Tb pienso q se empieza la casa por el tejado….
    Me faltan más inversión económica en paliativos…. tan necesario morir con dignidad.
    Y lo q ya me parece una pasada es el vídeo. Qué bien explicado está…. siempre desde el respeto. Y qué cierto es q lo único seguro en la vida es la muerta.
    Yo no soy atea ni de izquierdas… aunque lo fui hace años,. pero creo q tengo la cabeza sobre los hombros.

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