DEONTOLOGÍA: ¿UN BELLO MONSTRUO?

(Artículo publicado en Siete Días Médicos con el título AL OTRO LADO DEL CÓDIGO DEONTOLÓGICO)

Yo solía estar del «lado bueno» del Código, es decir, del lado que lo estudia, lo acepta y participa con entusiasmo en su difusión. De la misma manera que cuando uno es médico y está del lado bueno de la enfermedad, del lado del cuidado, del apoyo y la ayuda y no del sufrimiento.

Llevo años siendo una auténtica estudiosa del Código Deontológico (CD), del que me enamoré nada más verlo y casi a primera vista en el 2009. Tan completo, tan detallado, incluso tan romántico a veces. No tardé en querer saber más de su historia, su aplicación, sus profundidades y me enrolé en un curso de Experto en Ética Médica del que después sería también profesora. A partir de ahí vino un Máster en Ética Médica cuyo trabajo fin de Máster consistió en aplicar los nuevos conocimientos a las Redes Sociales. Me entusiasmó la idea de trasladar todo lo que hacemos en la vida real a la virtual. La Organización Médica Colegial se entusiasmó conmigo y acabé coordinando el Manual de estilo para el buen uso de redes sociales para mmédicos que ha llegado incluso a ser parte de la carta de bioética para los compañeros de toda Hispanoamérica.

No paré, lo siguiente fue otro Máster, este ya universitario, de Bioética y Bioderecho, la ética me había parasitado el cerebro, el código me parecía infalible, magnífico, intachable. Dediqué el trabajo fin de máster esta vez a nuevos métodos de enseñar Ética, investigué el mundo del cómic y desarrollé un proyecto de enseñanza de Ética y profesionalidad a los estudiantes de medicina. No tardé en embarcarme en un proyecto alucinante, convertir el CD en un cómic, y la OMC se volvió a entusiasmar conmigo y apoyó una idea tan loca. La idea ha sido un éxito, la publicación de Con-Ciencia Médica ha sido una especie de boom en el mundo médico.

 

Entre medias he dado tantas charlas de Ética y Deontología en tantas ciudades y reuniones que he perdido la cuenta. La ética en Redes Sociales y el cómic aplicado a la ética son mis temas estrella. Hay amigos que se ríen de mí porque siempre acudo a las reuniones médicas con el Código en el bolso.

En un momento dado entro a formar parte de la Comisión Deontológica de mi colegio y llego incluso a enviar candidatura a una plaza en la Comisión Deontológica Central, sin éxito.

Fue quizás el contraste con el código inglés: How to be a good doctor, lo que me impresionó. Las normas de los ingleses son más sencillas, más limitadas, más claras incluso, con 80 puntos resumidos en un decálogo de nueve puntos al que llaman Duties of a doctor. Nuestro código tiene 250 apartados mucho más largos y complejos y sin decálogo. Solo por su complejidad, es muy posible que la mayoría de los médicos sean grandes desconocedores de su código como tal. Y a pesar de esto, en su mayoría excelentes médicos y con un comportamiento más que aceptable.
Pues bien, de la noche a la mañana e irónicamente a causa de una entrada en mi blog me encuentro al «lado malo» de ese Código. Sin necesidad de entrar en detalles, que no vienen al caso, paso a ser juzgada por faltar a mi idolatrado librito. Dicen que es bueno sufrir la experiencia de estar enfermo para ser buen médico y no me cabe duda que la vivencia de este expediente me hace ver otras facetas que no había visto y me convierte en algo más crítica también.

En primer lugar, todos sabemos que el CD son «normas de obligado cumplimiento«, pero a pesar de todo mi estudio e interés en el mismo, nunca tuve muy claro cómo se puede hacer cumplir. Ahora lo sé, ante determinadas faltas y si eres encontrado culpable tras atravesar un expediente disciplinario, puedes ser inhabilitado por un tiempo de hasta uno o dos años. Y no hablo de cometer una negligencia sino por ejemplo de faltar a la confraternidad con los compañeros. Siendo la colegiación obligatoria, no podrías trabajar como médico en ningún ámbito sin estar colegiado. Es decir, tenemos un código que es sancionador, que limita tu capacidad de acceder a un puesto de trabajo. La idea de la autorregulación de los médicos siempre me pareció imprescindible, nadie mejor que nosotros mismos para tender a la excelencia,pero me lleva a la primera reflexión.

El código deontológico no es como un Código de Circulación, está lleno de matices y de posibles interpretaciones y además es largo y muy denso, ¿puede un código de estas características tener carácter sancionador? Ante la exquisitez de detalle, encontrar médicos que de forma casi continuada o recurrente no sean infieles al CD parece menos que imposible. Y de repente, sigo viendo la belleza literaria en nuestro CD, pero entiendo que quizás la versión británica es mucho más práctica. Me pregunto si un código que pueda llegar a impedir tu vida laboral no debiera ser mucho más conciso y más claro, ya que no es fácil de aplicar y sobre todo no es fácil de delimitar si su cumplimiento es el adecuado.

Y en este punto comienza mi segunda reflexión, sobre la valoración de un colegiado que atenta contra este Código. Los colegios de médicos tienen cada uno un comité deontológico que en caso de denuncias a colegiados, serán quienes harán un informe valorando si el colegiado ha cometido falta o no y su gravedad. Esto sin duda puede paliar la complejidad de interpretación en la aplicación del código. En este sentido sería importante que esa comisión deontológica sea independiente y esté muy bien preparada. Sin embargo, estos comités entran y salen del colegio a la vez que las juntas directivas y son seleccionados por ellos mismos. Lo cierto es que ser miembro conlleva generosidad en tu tiempo, algunas situaciones pueden llegar a ser muy desagradables, a nadie le gusta tener que juzgar a compañeros. ¿No sería más adecuado que para ganar en independencia de la colegiación y de la junta directiva, no revisara la comisión deontológica de Cádiz los casos de La Coruña y los de Valencia se cambiaran con los de Salamanca…etc. No es práctico pero dadas las herramientas de comunicación del siglo XXI, sería posible.

Pero y estas personas de las comisiones ¿cómo son seleccionadas? Son supuestamente médicos de reputación intachable, aunque no encuentro una manera objetiva de valorarlo. Lo cierto es que no se exige formación en ética o deontología ni tampoco después se facilita esta formación de forma reglada y obligatoria. Queda todo un poco a la buena voluntad de cada persona y a la idiosincrasia de cada colegio. Pero si lo que se están jugando los médicos sometidos a un expediente disciplinario son las lentejas de sus hijos, ¿no debería ser imprescindible demostrar esa moralidad intachable y además proporcionar la formación necesaria?

Estos días he oído por primera vez el término «deontologista», para definir a alguien como creyente absoluto de la deontología, y de la infalibilidad de las Comisiones deontológicas. ¿Se puede ser deontologista en España? En esta reflexión tardía que hago en estos días y con una perspectiva muy distinta a la que llevo años haciendo me planteo si no tendremos un código tan extremadamente puntilloso que sea poco menos que imposible y cuyo cumplimiento es juzgado por comisiones de personas que aunque buenas y generosas no estén quizás suficientemente formadas para una tarea tan compleja y con consecuencias tan extremas para la vida de un médico como es quedarse sin trabajo. Me pregunto si no hemos creado un magnífico y bello monstruo que en cualquier momento se puede volver contra cualquier médico si se sabe azuzar de manera adecuada.

Sigo siendo muy partidaria de la autorregulación y sigo estando embelesada con el CD pero ahora, viéndolo como una víctima de sus preciosismo, me gustaría plantear esta simple reflexión que quizás sea solo consecuencia de mi situación personal y pueda incluso resultar absurda pero aquí va: ¿No sería más apropiado tener un código corto y simple, muy estricto en temas básicos y con capacidad sancionadora dejando el código completo como una guía para la excelencia? ¿No deberíamos replantear las comisiones deontológicas para asegurar su imparcialidad, independencia y sobre todo su formación adecuada?

A mi llevar el código en el bolso no parece haberme servido de nada….

 

NOTA: Tras cuatro años en la CD y según los estatutos colegiales acaba de concluir mi pertenencia a la misma.

Versión en papel de artículo en siete Días Médicos:

10 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Jose, desde el SERGAS dice:

    Muy interesante el artículo, como casi todos los del Blog. Sin embargo, quiero mostrar mi decepción con la actuación de los colegios médicos al respecto de la deontología y hasta de la protección de la profesión. No entraré al trapo del defensor de la homeopatía que ha participado (ni de otras pseudoterapias), aunque mi opinión es que jamás deberían estar bajo el paraguas de la medicina o de la Organzación Médica Colegial. Y en el caso concreto de la homeopatía y sus diluciones centesimales hahnemanianas, si pensamos en que un medicamento diluido a 30C (la favorita del inventor de este tinglado cuya tumba visité hace poco en el Père Lachaise de París) es una disolución con factor 10^60 y también recordamos que el número de Avogadro de moléculas en 1 mol es de 6,22×10^23, empieza a ser cuestión de azar que tomemos UNA SOLA molécula activa en cada dosis de un mal llamado «medicamento homeopático». Sorprendentemente, cuando estas terapias fallan nadie acude a los tribunales a reclamar mala praxis, algo que sí nos sucede con cierta frecuencia en la medicina científica (y eso que la nuestra es gratis en la Seguridad Social, y a esta gente le pagan por sus «disoluciones» de hasta 200C, o sea factor 10^400; sí, escriban un uno, pongan una línea muy larga debajo y escriban debajo de ella otro uno y cuatrocientos ceros detrás). Nunca he leído noticias de un médico juzgado por intentar curar un cáncer con acupuntura, y sí de muchos compañeros que pasaron a hablar con el Sr. Juez por complicaciones de cirugías perfectamente indicadas y realizadas. Si alguien tiene bibliografía al respecto la agradeceré y además, me alegraré de que también se persigan los fracasos de las pseudoterapias.
    Pero esa no es mi polémica ahora. Si no creo en eso quizá sea porque soy cirujano y estoy más apegado a ver y tocar la enfermedad que a los andamiajes teóricos (y hasta esotéricos) de nuestra ciencia. El tema es que pago religiosamente mi colegiación (y la anoto en los descuentos del IRPF), y soy amigo de muchos de los miembros de su junta directiva. Tenemos algunos servicios interesantes, descuentos en tiendas de la ciudad, búsqueda bibliográfica, alguna jornada científica… Y por supuesto como señaló alguien, la Comisión de Festejos: torneos de esto y de aquello, Día del Médico, etc. Pero fallan en varias cosas. Una es la persecución incansable de los falsos médicos y curanderos, no sé muy bien si por desidia o porque la ley les pone trabas. Vivo en una ciudad pequeña de provincias, creo que es fácil saber dónde actúa un curandero, un «compoñedor» o «menciñeiro» que se llama en la cultura popular gallega, y evitar que estafe a pacientes ignorantes (algunos cobran tarifas dignas de superespecialista). Y otra es la defensa de la dignidad de la profesión tanto ante el público, los pacientes en general, como ante las autoridades. No propongo que sustituyan a los sindicatos, pero evidentemente deberían tener algo que decir, mucho, respecto a la precariedad laboral de nuestros compañeros más jóvenes como a los recortes de medios físicos y humanos o las presiones para cambiar nuestros criterios clínicos por otros economicistas que sufrimos en nuestro ejercicio profesional. Pero, en general, no se les oye piar por ninguna de las dos cosas.
    Por eso estoy en la disyuntiva de si debemos acabar con los colegios médicos por ineficaces, ya que como simple sociedad recreativa no los quiero, y dejar de pagarlos (y desgravarlo), o si debemos darles una enorme vuelta de tuerca para que se conviertan en un grupo de presión fuerte capaz de pararles los pies tanto a los gobiernos como a otros agentes sociales que ataquen sin motivo a la profesión. Por ejemplo, cuando un «periodista» suelta cuatro insensateces sobre los peligros de la vacunación que pueden alarmar innecesariamente a la sociedad… Y ahí dejo el debate.

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  2. Gonzalo dice:

    Hola,
    felicidades por tu post… Me ha gustado mucho y estoy completamente de acuerdo…
    Yo también, como decía un colega, soy de los que nunca ha hecho caso especial al CD hasta que hace un año he visto la importancia que tiene y, más aún, puede tener. He seguido tu caso y simpatizado contigo y me alegro, al menos, de su resolución. Pero el problema de fondo sigue… Y eso me hace pensar más en la trascendencia de este CD al que demasiados hacemos poco aprecio.
    Y ahora me gustaría hacer otra reflexión
    Durante más de 20 años he prescrito también (quiero subrayar el también) medicamentos homeopáticos porque me ha parecido que me hacía mejor médico y que ayudaba mejor a mis paciente. Conozco perfectamente las controversias que tiene esta terapia y las asumo. Entiendo también perfectamente la discrepancia y hasta la beligerancia científica de algunos colegas como tú a los que admiro. He/hemos defendido nuestro punto de vista en los foros científicos en los que se nos pide (Jornadas Científicas OMC), Debate Semergen, etc.
    Entiendo también que puede que yo esté equivocado. El escepticismo, el de verdad, siempre ha sido mi guía.
    Pero dicho todo esto, y como aquí hablamos de ética. ¿Es ético que compañeros nuestros nos falten, de forma reiterada, al respeto? ¿Es ético que nos equiparen con camellos vendedores de droga? ¿Es aceptable “basura”, “estafadores”?¿Dónde esta la ética en “corruptos” y, recientemente, hasta llegados al delirio, “pederastas”? ¿Es que acaso no tenemos hijos que lo leen? Todos estamos colegiados, la mayoría especialistas o doctores… Utilizamos medicamentos (lo subrayo) regulados como tales aquí y en Europa. ¿Qué ética hay para nosotros?
    Ahí dejo la reflexión. Un aspecto parcial y a lo mejor hasta pequeño del CD lo sé, pero en ética muchas veces es revelador el tratamiento que se tiene hacia las minorías.
    Tampoco me gustaría que esto se convirtiera en otro cansino debate de homeopatía sí/no. Hablamos de otra cosa.
    Y para los que quieran dejo un escrito complementario
    http://www.hablandodehomeopatia.com/por-que-articulos-como-este-sobre-homeopatia-no-se-publican/
    Muchas gracias
    Un saludo

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    1. Gracias por tu comentario muy bien razonado
      Un abrazo
      M

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  3. ragomgar dice:

    Hola Mónica, todo mi apoyo hacia ti. Me surge la duda ahora si tu expediente, cualquier expediente, ¿se inicia tras denuncia de un compañero o la Comisión puede iniciarla «de oficio»? , en cualquier caso el artículo que motiva tu expediente ya dice mucho de la clase médica que somos, eso del corporativismo es que todavía estoy intentando encontrármelo un día; no me parece casualidad lo de tu expediente. La gestión clínica también debería estar recogida en el CD, al menos de forma indirecta puesto que influye en el paciente también, de los sindicatos no hablamos ¿no?
    De acuerdo contigo con la forma de redacción del CD, que los CD tengan criterios para elegir sus miembros, que sean públicos, que se abran a los pacientes y asociaciones de pacientes como herramientas de utilidad pública que somos los colegios profesionales, y de acuerdo también que se instruyan los expedientes en colegios distintos al de origen del conflicto, no hay excusas por la distancia (¡hay herramientas para trabajar on line que aseguran la confidencialidad!) y demasiadas veces hay endogamia en los colegios, que parecen dominados por grupos que se autodefienden.
    En general la organización colegial está poco participada por los colegiados, el 99% nos limitamos a pagar la cuota colegial, y veo poca preocupación y estrategias para que esto cambie, en esto hemos entrado en un circulo vicioso: no me atrae el colegio por eso no participo. Si la colegiación no fuera obligatoria la necesidad agudizaría el ingenio. En general en el campo deontológico de los colegios médicos predominan las posiciones conservadoras, demasiadas veces el CD se usa para defender al médico de dilemas más o menos importantes, casi siempre para reclamar derechos como profesional, y pocas veces para auto criticarnos y reclamar nuestros deberes profesionales, sobre todo hacia el paciente.

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    1. Fantástica reflexión. No, mi expediente no es casualidad, es algo que he asumido con los meses. La crítica a los jefes de servicio utilizando las palabras «tiranía» y «cortijo» respecto a gestión y no respecto a práctica médica desencadenan la furia que es amparada por el colegio. Mientras tanto, ¿quien me ha amparado a mi de tener que marcharme de un hospital por trabajar en condiciones miserables? Nadie. Ese tema no interesó al colegio, al jefe, ni al director médico, ni al gerente y mucho menos al colegio…todos «compañeros médicos» que a pesar de sus responsabilidades en gestión no actúan con la aclamada «confraternidad».

      Como bien dices, la gestión médica no aparece en ningún lugar del CD excepto muy brevemente en el artículo 66.5 de manera que se da una situación absurda como la mía. Los médicos gerentes no tienen obligación ninguna de evitar que sus compañeros tengan situaciones precarias o condiciones esclavistas pero están fuertemente protegidos de cualquier crítica por los artículos 37 y 38 de confraternidad. Se crea un vacío, una brecha en la que yo me vi pillada y se verían pillados miles de compañeros si levantaran su voz contra sus jefes, directores y gerentes. Como sabes, están revisando el CD para actualizarlo, yo ya he propuesto que se añada un capítulo sobre gestión y que se re-escriban los artículos de con-fraternidad para que se usen de la manera para la que fueron escritos, para defender y proteger a los pacientes de conflictos entre médicos, no como arma arrojadiza en situaciones de desigualdad jerárquica.

      Los colegios no interesan a nadie, van a votar un puñado y sin embargo mira lo que puede pasar, puedes acabar como yo en sus redes.
      Es imperativa la autoregulación pero las cosas ahora mismo son oscuras y obsoletas y no tengo expectativa ninguna de mejora aunque se empiezan a percibir destellos en algunos colegios.

      Te agradezco mucho que hayas entrado a comentar.
      Un abrazo
      M

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  4. ADR dice:

    Falta añadir que el CD omite aspectos fundamentales como la defensa de la Salud Pública (sistema Beveridge) como el más, sino el único, ético y equitativo. Por eso, el CD no condena expresamente la medicina privada como atentado contra la equidad, aunque sí menciona puntos interesantes contra el lucro a costa del sufrimiento: http://www.bubok.es/libros/244745/Codigo-de-Etica-y-Deontologia-Medica-en-relacion-a-la-Medicina-Privada-Contradicciones-y-Propuestas

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  5. Juan dice:

    Estimada Mónica:
    Lamento contradecirte, pero a mi el código deontológico no me inspira el más mínimo respeto. El motivo es claro, ha sido redactado y votado por extraños. Estoy muy atento a las comunicaciones de mi colegio. Cuando se aprobó ese código me mantenían correctamente informado de la festividad de la patrona, del campeonato de Mus, del de ajedrez y del de mus. ¿Del código?, ni flowers. ¿Se dio opción a participar?. Y lo más importante ¿pudimos todos los médicos votarlo?.
    NO. A diferencia de la Constitución, no hubo votación sobre este código. No dieron opción a decidir si nos gustaba o no. Es pues un código impuesto de forma tiránica.
    Sic Semper tiranis

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    1. Una aportación muy interesante; es cierto que si tiene el peso que tiene y su incumplimiento nos puede dejar sin trabajo….no debería ser un documento como la Constitucion?
      es cierto que se pasó a varios colegios (creo que no a todos), tambien es verdad que luego cada colegio hizo lo que le pareció, unos lo mandaron a sus colegiados, otros no.
      a mi sí me llegó y de hecho envié varios comentarios.
      La última palabra es de la Comisión Deontológica Central, ¿sabes cómo se llega a la CDC? ¿Quien la forma? ¿Por qué están ahí?

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  6. Juan Antonio Garcia Pastor dice:

    En mayo de hace 10 años, Rogelio Altisent publicó:
    Ética, deontología y derecho:
    Lógicas diferentes en una misma dirección.
    http://m.elsevier.es/es-revista-atencion-primaria-27-articulo-tica-deontologia-derecho-logicas-diferentes-13101794
    Un excelente reflexión. La Ética como norma de comportamiento y compromiso personal, la Deontología como norma de comportamiento y compromiso profesional y el Derecho como norma de comportamiento y compromiso ciudadano. Y con el deber de ser responsables de cumplir en los 3 niveles.
    Pero en los últimos meses hemos sido testigos de ese lado oscuro de la Deontología al que aludes con los #ExpedienteMónica, #ExpedienteAlda y #ExpedienteVictoria.
    ¿Cómo usar un necesario Código Profesional para dirimir cuestiones personales?.
    Cuestiones muy éticas por los valores que lo sustentaron y cuestiones lícitas pues no se ha deshonrado legislación alguna.
    Es «amoral» que se busque, entre los artículos que salvaguardan nuestra honorabilidad e integridad profesionales, interpretaciones de deshonesta intención para realizar denuncias e incoar expedientes.
    Sinceramente siento que nuestro Código Deontológico no está para estos menesteres y estas acciones mas bien vulneran su espíritu.

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    1. Excelente reflexión, Juan Antonio, muy acertada en fondo y forma.
      El código Deontológico es necesario, imprescindible pero tambien muy complejo de manera que puede ser malinterpretado y utilizado como arma arrojadiza en conflictos que no atañen a ningún paciente (primera razón de ser de ese código). Resolver un malestar personal o un sentimiento de ofensa rebuscando en el CD algún artículo que valga para poder agredir es terrible pero más terrible aun es prestar oídos institucionales y llegar a el máximo exponente que es un código disciplinario para temas que por su pequeñez nunca llegarían a un tribunal de justicia. Los tribunales de honor no deberían tener cabida en la medicina del siglo XXI y mucho menos amparados por el Código Deontológico. Eso es convertir algo grande y bello en un monstruo.
      Pero mi pregunta es….¿quien para esto? ¿es esto el principio de la degradación de unas normas éticas para ponerlas al servicio de intereses personales? Como bien dices, es una clara vulneración del espíritu con el que se ha escrito.
      Un abrazo

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